jueves, 14 de octubre de 2010

Damasco, un paraíso terrenal

“Al paraíso sólo se accede al morir…” (cuentan que fue la frase que pronunció el profeta Mahoma al observar Damasco desde el monte Jebal Qassioun).

Quizás hoy día resulte exagerado, ya que su estado actual oculta parte de su esplendor pretérito, pero en cualquier caso, no podemos negar que desde ahí la panorámica es magnífica y permite medir la inmensidad de la capital siria.

Una de las referencias que podemos avistar es la mezquita de los Omeyas, el principal monumento de la ciudad y que a nivel sagrado completa el podio tras las mezquitas de La Meca y Medina.

En la ciudad antigua y junto a la ciudadela se encuentra el zoco Al-hamidiyya, un bullicio continuo de gente, la mayoría autóctonos, que acuden en busca de cualquier tipo de objeto: ropa, artesanía, perfumes, joyas, especies, jabón…

Aún se conservan parte de sus murallas y sus siete puertas de acceso. No os podéis perder la visita al palacio Azem y a las casas antiguas damascenas. Hay edificios públicos y también numerosos restaurantes que cuentan con fantásticos patios restaurados típicos de este tipo de construcción. Aprovechar el encanto de este decadente barrio, para dar paseos, hablar con la gente y que os inviten a tomar té… ¡salud!

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