Esta parte de la capital de Egipto está construida desde 1176 para defender a la
ciudad. La fortificación es de estilo islámico medieval. Está enclavada en el
punto más alto, en la montaña de Muzzattan y desde donde podrás admirar la gran
ciudad de El Cairo.
Aquí se encuentra la gigantesca Mezquita de Alabastro
Mohamed Ali, una gran mole de estilo turco que se asemeja a la Mezquita de
Santa Sofía en Estambul.
Tiene una gran cúpula central que domina el horizonte
con sus ocho minaretes. Está construida en piedra caliza y alabastro.
Al entrar en la mezquita te pondrán una túnica por
si tienes los brazos y piernas al descubierto.
Primero llegarás a un amplio patio en el que se
encuentra el reloj que el rey Luis Felipe de Francia entregó a la ciudad a
cambio del obelisco que se sitúa en la Plaza de la Concordia de París.
En el interior de la mezquita te asombrará la
belleza y el silencio que reina dentro.
Los grabados de las cúpulas, de las
paredes y las lamparitas que caen, te regalan paz y magnitud.
A sus espaldas tiene un gran mirador entre pequeños
jardines que te ofrecerá las mejores vistas de la ciudad.
Desde aquí verás casas sin terminar de construir
porque así pagan menos impuestos y algo curioso es que en casi todas hay una
antena parabólica.
En primer plano verás la Mezquita-Madrasa, de
exquisita arquitectura. Es la escuela coránica del Sultán Hassar, construida
entre 1356 y 1363.
Detrás se
extienden las confusas calles del Cairo Islámico. Un mundo mágico y laberíntico
lleno de tesoros, mercados, tenderetes y bullicio.
Entre las murallas de la Ciudadela hay numerosos
museos y otras dos mezquitas que completan el recorrido.
Pero donde podrás saborear el arte mameluco es en la
Mezquita de Suleiman Pasha.
Es sencilla, pero contiene un fabuloso artesonado
policromado y se respira un agradable silencio que no encontrarás fuera de las
murallas donde vuelve el caos y la agitada vida del Cairo.
Baja a la Mezquita de Hassan y adéntrate otra vez en
el Cairo Islámico. Verás la impresionante Mezquita de Ibn Tulun.
Fue construida en el siglo IX y es el monumento
musulmán más antiguo que continúa intacto y en funcionamiento.
Su interior es bellísimo. Sube al minarete por la
escalera de caracol y verás la planta en todo su esplendor.
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