jueves, 2 de mayo de 2013

Praga, Ciudad Museo.


Praga es una ciudad para pasear porque es cómoda. Al andar encuentras un extenso museo ante ti, donde los callejones, monumentos, iglesias, plazas, puentes… hacen que te traslades a una especie de cuento de princesas acompañado de buena música, gente amable y un pensamiento en el que la historia pasada está presente.



 Está dividida por el río Moldava, en el que verás cisnes, patos y barcos que hacen el recorrido turístico.


En la parte alta, todo es más barato, la cerveza, comida e incluso el cambio de moneda y si alcanzas la cima, desde el Castillo, tu vista contemplará una postal de cuento.

Praga es Patrimonio de la Humanidad y una de las ciudades de centro Europa más visitadas.
Tienes que llegar a Praga provisto de buen calzado y coronas checas y aunque admiten euros, es mejor pagar con la moneda del país.







El centro neurálgico es Staromestske námestí, la plaza de la ciudad Vieja,  rodeada de belleza monumental, el Ayuntamiento Viejo, la segunda iglesia de San Nicolás (cruzando el río está la primera), las torres oscuras de la iglesia de Ntra. Sra. De Týn y el famoso reloj astronómico, que cada hora en punto, hace sonar sus campanas y comienza el baile de los apóstoles, cuyo final lo cierra el canto del gallo desde lo alto de la torre.







Una leyenda cuenta que Wenceslao IV , ordenó dejar ciego a su creador para que no pudiese reproducir el famoso reloj, cuya función no era mostrar la hora, sino representar las órbitas del Sol y de la Luna.
















Lo mismo sucede la noche del 21 de junio, que dicen,  cuentan y rumorean, que vagan los espíritus de los que allí fueron ejecutados… recordados con cruces blancas en el pavimento.





Durante el día la plaza está llena de gente, músicos callejeros que te regalan el sonido de sus instrumentos y si te fijas, verás chicos o chicas con atuendo o paraguas rojo, que se ofrecen como guías turísticos. 












Si te sitúas en la plaza mirando hacia la iglesia de San Nicolás, justo en esa calle, está la casa donde nació y vivió Frank Kafka. Ahora es un hotelito con restaurante.





Dejemos las leyendas y te sugiero seguir caminando por callejones llenos de bares y tiendas de souvenirs, que te llevarán hasta el Puente Carlos, espectacular y de ensueño. 

Tantas veces lo han plasmado en postales y fotografías que el cruzarlo te hará sentir la belleza de ese lugar.










Durante muchos siglos fue el único puente en Praga, magnífico paso medieval por el río Moldava, sus músicos callejeros y vendedores ambulantes lo hacen, junto a las treinta estatuas de estilo barroco (no son las originales, ya que éstas están el Museo Nacional), ser uno de los lugares más visitados de la ciudad. Si te paras ante la estatua de San Juan Nepomuceno, pon tu mano izquierda sobre ella y pídele un deseo, dicen que se concede.


















Pasamos al otro lado de la ciudad Malá Strana La Ciudad pequeña de Praga. 


Las calles empinadas llena de casas típicas de un pequeño pueblo de cuento, el pavimento sigue siendo de adoquines, tabernas típicas con su buena cerveza Checa y buenos vinos, las cafeterías que sirven la famosa tarta Strudell hacen que repongas fuerzas para subir los 179 escalones que te llevan al Castillo, residencia de los antiguos reyes de Bohemia y del actual presidente de Praga.


Dentro del Castillo se encuentran, la Catedral de San Vito de estilo gótico. el Callejón del Oro, el antiguo Palacio Real, la Basílica de San Jorge o la Torre de la Pólvora 
(que acabó siendo un laboratorio de alquimistas).




La iglesia de San Nicolás, encierra una explosión de colorido por sus pinturas y su estilo barroco digno de ver. Su famoso órgano con 250 tubos, tuvo el honor de ser acariciado por las increíbles manos del inigualable y joven compositor Wolfgang Amadeus Mozart. 





Si llegas hasta la colina de Petrín, deja una flor en la estatua de bronce del poeta checo Karel Hynek y serás amado por tu pareja eternamente. Los Checos la depositan cada 1º de mayo, el día de los enamorados.

No puedo dejar de escribir a cerca de esta ciudad, increíble porque al visitarla parece que el tiempo ha quedado reflejado en sus edificios y bellezas que encuentras a cada paso.




El barrio de Josejof es la parte judía de la ciudad, cuidada, serena y limpia. Sus comercios con las mejores marcas mundiales, las sinagogas, restaurantes y el cementerio en recuerdo de las muchas víctimas del holocausto.



Praga es capital de la música, la literatura, el teatro. Es tranquila, a parte del bullicio turístico que la invade. 

Es ciudad para admirarla y no puedes dejar de visitar sus cavernas, locales imprescindibles para deleitar buena música de jazz en vivo que te ayudan a relajarte y sentirte bien cuando llega la noche.
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Al igual que digo de otras ciudades, Praga es ciudad visitada y es ciudad que te queda en el recuerdo queriendo regresar para volver a vivirla.



Molino en el río Moldava











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