Seguimos con el Carnaval y hoy visitamos dos capitales que se iluminan con desfiles incombustibles, destellos de luces que iluminan el cielo, disfraces imposibles de llevar, música que exalta los cuerpos en movimiento como en Río de Janeiro y el prohibido Carnaval de Venecia durante dos siglos, que ataviados con capas y máscaras envidiables nos hacen volver al siglo XI.
Venecia,
que era la internacional Ciudad del Carnaval, recuperó su tradición
y atractivo turístico en 1980 tras una prohibición decretada por
Napoleón en 1797.
La
fiesta veneciana se inicia 11 días antes del martes de Carnaval con
un desfile que culmina en la Plaza de San Marcos con la elección de
la “reginetta” entre las jóvenes venecianas.
Lo
más curioso de estos carnavales son los disfraces y las máscaras
que llevan los que participan porque la inmensa mayoría visten igual
que hace 300 años.
La
“maschera nobile” es el disfraz más popular y el más
tradicional. Consiste en una máscara blanca, un tricornio negro, una
capucha negra y un tabarro o capa negra.
El
Doctor Peste lleva una máscara blanca, una larga nariz y una capa
negra.
El
célebre arlequín, que muchos hemos copiado, era un criado pobre que
llevaba un traje de retales triangulares de tela de todos los colores
y al que llaman “Arlecchino”.
El
“Dottore” lleva una máscara medio negra mientras que el
“Capitano”, de nariz enorme, va tocado de un sombrero adornado
con plumas.
Recordando
a Casanova, que se disfrazaba de Pierrot y con el pecho descubierto,
se colaba en los salones famosos para bailar con las cortesanas. Algo
solo para estos días de desenfreno.
En
cambio Goethe, que era muy tacaño, no llevaba máscara alguna, ya
que decía que con lo feo que era no la necesitaba ...
Pero
las máscaras y los disfraces no se han quedado anclados en el pasado
sino que han vivido una evolución constante y las máscaras de
fantasía con colores brillantes forman parte ya de la tradición.
El
Mayor Carnaval del mundo está en Brasil, que llegó con la
colonización portuguesa y se conmemoraba la fiesta lanzando
proyectiles de cera llenos de agua y de harina y se realizan batallas
en las que unos y otros se arrojaban a la cabeza cualquier trasto que
molestase en casa.
Esto
causó tragedias por las violentas celebraciones y motivó su
prohibición. Mas tarde se fue transformando en baile, música y
máscaras, hasta la fastuosa y divertida fiesta que es hoy en el que
se dan cita cerca de dos millones de personas.
Uno
de los atractivos de estas fiesta es la posibilidad de formar parte
de una de las 14 escuelas de samba, en el que debes entrenarte unas
semanas antes para aprender las canciones y las coreografías.
Las
espectaculares mujeres de Río de Janeiro ataviadas con plumas y
minúsculos biquinis se mueven al ritmo de miles de tambores de samba
y así contagian al público con su atractivo y alegría desbordante.
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