viernes, 25 de abril de 2014

Las pirámides de Giza, Egipto.


Es uno de los destinos que más admiro y el que más atracción tiene sobre mi. He tenido la suerte de visitar Egipto en dos ocasiones y en ambas he sentido las mismas sensaciones de nerviosismo e impaciencia por ver los monumentos tan grandiosos que se mantienen en pie desde hace muchos siglos y que esperan ser admirados por todo el mundo.



Todo lo que este país te ofrece es digno de admirar y visitar. Quiero hablar de todo lo mágico y misterioso. Sus gentes amables y abiertas, de las que te traes una amistad sincera como la de mi guía y amiga Salma Taher El Sadek, de Sherouk Mohamed y de tantos  y buenos amigos que haces en el viaje.



Hoy solo vamos a pasear por una de las maravillas del mundo que consigue que dudemos de su construcción y que las admiremos como tontos cuando estamos a sus pies.


A escasos veinte minutos del centro de El Cairo se encuentra una de las grandes joyas del Egipto faraónico. Por si no lo sabes, es el destino turístico más antiguo del planeta con cinco milenios de existencia.


Las Pirámides que se asientan en la meseta de Giza desde hace 46 siglos, han resistido el paso del tiempo.





Keops, Kefrén y Micerinos. Tres nombres, tres tumbas de faraones, tres maravillas.

La más grande de todas es Keops.




Cuando empiezas a verla desde lejos te impresiona y cuando llegas a su pies te maravilla.



Si la rodeas caminarás 1 kilómetro y para que te hagas una idea su superficie es como 8 campos de fútbol.




Puedes también pasear al rededor de ellas subido a un camello y recuerda que estás en un país donde el regateo está muy presente... trata el precio antes de hacerlo.



La gran pirámide está construida por bloques de piedra caliza que pesan entre 2 y 60 toneladas.


Nos cuentan en tantas películas que hemos visto, que los esclavos trabajaron en ellas, pero fueron personas libres, campesinos y labriegos que a cambio de un salario, construyeron tras 23 años la pirámide de Keops.




Estuvo considerada el monumento más alto del mundo hasta que construyeron la Torre Eiffel de París en 1889 y el chapitel de la Catedral de Lincoln en Inglaterra.



Las puedes fotografiar desde todos los lados y es recomendable visitarlas a diferentes horas del día para contemplar cómo cambia su color según la posición del sol. Los dos momentos más sublimes son el amanecer y el atardecer.





Cuando estás junto a ellas te entran ganas de subir y subir pero no se te ocurra hacerlo por tu cuenta... está totalmente prohibido con penas de cárcel.
Con una buena propina podrás subir unos tres bloques y aunque solo sean tres... te sentirás triunfador.



No se si sabes que unos fotógrafos rusos consiguieron burlar la vigilancia y llegaron hasta lo más alto.

La gran pirámide conjura un profundo simbolismo porque representa lo más sagrado, la magia y al mismo tiempo la solidez de una civilización que ya utilizaba la tecnología antes que en Occidente.


En el interior de keops, hay un laberinto lleno de pasillos y cámaras sin salida. Se cree que pueden existir más galerías que aún no han sido descubiertas.
Cuando entres notarás que la temperatura es más baja que en el exterior y no te desilusiones si no ves tesoros o frescos espectaculares porque ya vinieron otros a rescatarlos.



Misterios y leyendas envuelven a las pirámides pero lo que es cierto es que su situación coincide con la de las tres estrellas centrales de la constelación de Orión, que era Osiris para los egipcios.



Kefrén y Micerinos, de menor tamaño forman el conjunto más famoso de Giza junto a la Esfinge.



La Esfinge, llamada así por los griegos, es el monumento más misterioso de la antigüedad.

Sus orígenes se remontan a la época del faraón Kefrén. Verás que le falta la nariz y la barba debido a los disparos durante las prácticas de tiro de las tropas turcas y de las francesas. Hoy en día, estas dos piezas las puedes ver en el British Museum.



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