viernes, 4 de julio de 2014

Abu Simbel, Nubia. Egipto.



Egipto es un país lleno de misterios que te atrapa por su magia. Cada vez que lo visito, sus ciudades, grandes templos, cafetines, mercados y el bullicio de la gente, se graban tan dentro de mí que el recuerdo te deja esa añoranza de querer volver.



En este viaje me dirijo al sur desde Assuán, hacia a Nubia.


Puedes hacerlo en avión, autobús o en barco a través del río Nilo.




Cualquiera de estos medios son interesantes y cada uno tiene su encanto.


Desde el cielo, antes de aterrizar, tienes una visión aérea del templo a los pies del lago Nasser. Es un momento sublime, mientras amanece y los rayos de luz iluminan este complejo.










Por barco, llegarás al lago Nubio e impresiona ver esa magnitud, a orillas de este lago artificial creado en la cuenca media del río Nilo como consecuencia de la construcción de la Presa de Assuán.



Cuando haces el trayecto en autobús sales de noche para llegar al amanecer. No vas solo, te siguen varios autobuses que forman un convoy y que está protegido por la policía. El largo trayecto hace que intensifiques tus ganas de llegar. El camino atraviesa el desierto y verás varias creaciones de arena y tierra que forman pequeñas pirámides. El amanecer en el desierto es espectacular.



Al llegar descubres una montaña, redondeada por arriba, que bordeas inquieto y expectante por descubrir qué esconde esa inmensa roca. 


Caminas por el lateral, en el que ya empiezas a ver grabados egipcios en la roca que mira al río Nilo y cuando encuentras esa maravilla te quedas impresionado.




Estás ante una fachada de 33 metros de altura y 38 de ancho. Custodiado por cuatro estatuas sedentes de unos 20 metros de altura y que están esculpidas directamente sobre la roca. Todas representan a Ramsés II.



Abu Simbel, significa la “Montaña Pura”. Está compuesto por dos templos excavados en la roca y dedicados a Ramsés II y a Nefertari, su primera esposa.


















Es uno de los seis templos excavados en la roca en Nubia durante el reinado de Ramsés II.




Durante siglos estuvo abandonado hasta que fue encontrado por el suizo Johnann Ludwing Burckhard,
conocido por los árabes como Ibrahim.


Este maravilloso complejo peligró por la subida de las aguas al construir la presa de Assuán y gracias al proyecto de la UNESCO, lo trasladaron, bloque a bloque, unos 200 metros más alejado de la orilla.

Este museo al aire libre, está declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.



El guarda de la entrada, tiene una gran llave egipcia que simboliza Egipto (el Alto y el Bajo). Por una propina podrás coger y hacerte una foto.




Como en todos los templos, están prohibidas las fotos en el interior... pero alguna, sin flash, se te puede escapar. Procura que no te vean.








Cuando entras en el templo de Ramsés, al principio un poco oscuro hasta que tu vista se adapta a la luz, verás ocho estatuas de Ramsés adosadas a las columnas. Las paredes siguen decoradas con los grabados de las victorias de las guerras en Libia, Siria y Nubia.


Hay un santuario, más oscuro que la sala, con tres estatuas de los dioses Ra, Path, Amón y una de Ramsés.



Cuando construyeron el templo, solo dos días al año, el 20 de febrero y el 20 de octubre, los rayos del sol penetraban hasta este lugar e iluminaban las caras de Amón, Ra y Ramsés, quedando a oscuras solamente el dios Path, que es el dios de la oscuridad.


Lo magnífico e impresionante es, que hoy en día sigue ocurriendo este fenómeno dos días más tarde tras haber trasladado el templo desde su ubicación original.

Se habla de que son las fechas del cumpleaños y de la coronación del faraón.



Es un milagro de la naturaleza y de la ingeniería y muchos amantes de los misterios, de la egiptología o visitantes curiosos y amantes del viajar, se dan cita estos días del año en Abu Simbel.



El templo de Nefertari, conocido como Templo de “Hathor”, la diosa de la Belleza, la danza y la música, es uno de los pocos grandes templos que existen en Egipto dedicados a una mujer.
















Siempre doy gracias a quienes comparten conmigo un viaje, a los amigos que encuentras y a los que dejas. La amabilidad, simpatía y entrega es sinónimo de buena gente.



Siempre agradecida a Salma Taher El Sadek por mostrarme tanta belleza.

Egipto, sus gentes y sus bellezas se quedan en tu corazón.


www.chikvacaciones.com

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