Egipto
es un país lleno de misterios que te atrapa por su magia. Cada vez
que lo visito, sus ciudades, grandes templos, cafetines, mercados y
el bullicio de la gente, se graban tan dentro de mí que el recuerdo
te deja esa añoranza de querer volver.
En
este viaje me dirijo al sur desde Assuán, hacia a Nubia.
Puedes
hacerlo en avión, autobús o en barco a través del río Nilo.
Cualquiera
de estos medios son interesantes y cada uno tiene su encanto.
Desde
el cielo, antes de aterrizar, tienes una visión aérea del templo a
los pies del lago Nasser. Es un momento sublime, mientras amanece y
los rayos de luz iluminan este complejo.
Por
barco, llegarás al lago Nubio e impresiona ver esa magnitud, a
orillas de este lago artificial creado en
la cuenca media del río Nilo como consecuencia de la construcción
de la Presa de Assuán.
Cuando
haces el trayecto en autobús sales de noche para llegar al amanecer.
No vas solo, te siguen varios autobuses que forman un convoy y que
está protegido por la policía. El largo trayecto hace que
intensifiques tus ganas de llegar. El camino atraviesa el desierto y
verás varias creaciones de arena y tierra que forman pequeñas
pirámides. El amanecer en el desierto es espectacular.
Al
llegar descubres una montaña, redondeada por arriba, que bordeas
inquieto y expectante por descubrir qué esconde esa inmensa roca.
Caminas por el lateral, en el que ya empiezas a ver grabados egipcios
en la roca que mira al río Nilo y cuando encuentras esa maravilla
te quedas impresionado.
Estás
ante una fachada de 33 metros de altura y 38 de ancho. Custodiado por
cuatro estatuas sedentes de unos 20 metros de altura y que están
esculpidas directamente sobre la roca. Todas representan a Ramsés
II.
Abu
Simbel, significa la “Montaña Pura”. Está compuesto por dos
templos excavados en la roca y dedicados a Ramsés II y a Nefertari,
su primera esposa.
Es
uno de los seis templos excavados en la roca en Nubia durante el
reinado de Ramsés II.
Durante
siglos estuvo abandonado hasta que fue encontrado por el suizo
Johnann
Ludwing Burckhard,
conocido
por los árabes como Ibrahim.
Este
maravilloso complejo peligró por la subida de las aguas al construir
la presa de Assuán y gracias al proyecto de la UNESCO, lo
trasladaron, bloque a bloque, unos 200 metros más alejado de la
orilla.
Este
museo al aire libre, está declarado Patrimonio de la Humanidad por
la Unesco.
El guarda de la entrada, tiene una gran llave egipcia que simboliza Egipto (el Alto y el Bajo). Por una propina podrás coger y hacerte una foto.
Cuando
entras en el templo de Ramsés, al principio un poco oscuro hasta que
tu vista se adapta a la luz, verás ocho estatuas de Ramsés adosadas
a las columnas. Las paredes siguen decoradas con los grabados de las
victorias de las guerras en Libia, Siria y Nubia.
Hay
un santuario, más oscuro que la sala, con tres estatuas de los
dioses Ra, Path, Amón y una de Ramsés.
Cuando
construyeron el templo, solo dos días al año, el 20 de febrero y el
20 de octubre, los rayos del sol penetraban hasta este lugar e
iluminaban las caras de Amón, Ra y Ramsés, quedando a oscuras
solamente el dios Path, que es el dios de la oscuridad.
Lo
magnífico e impresionante es, que hoy en día sigue ocurriendo este
fenómeno dos días más tarde tras haber trasladado el templo desde
su ubicación original.
Se
habla de que son las fechas del cumpleaños y de la coronación del
faraón.
Es
un milagro de la naturaleza y de la ingeniería y muchos amantes de
los misterios, de la egiptología o visitantes curiosos y amantes del
viajar, se dan cita estos días del año en Abu Simbel.
El
templo de Nefertari, conocido como Templo de “Hathor”, la diosa
de la Belleza, la danza y la música, es
uno de los pocos grandes templos que existen en Egipto dedicados a
una mujer.
Siempre
doy gracias a quienes comparten conmigo un viaje, a los amigos que
encuentras y a los que dejas. La amabilidad, simpatía y entrega es
sinónimo de buena gente.
Siempre
agradecida a Salma Taher El Sadek por mostrarme tanta belleza.
Egipto,
sus gentes y sus bellezas se quedan en tu corazón.
www.chikvacaciones.com
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