Esta pequeña ciudad pesquera que mira al Atlántico
se encuentra entre dos ciudades del Reino de Marruecos, Marrakech y Agadir.
Un importante pasado está plasmado en sus murallas,
cañones y en su puerto, enclave comercial con Europa en el siglo XVIII.
Los fuertes vientos alisios son un reclamo para los
amantes del windsurf, pero Essaouira ha sido refugio de grandes artistas, Hippies,
pintores y músicos como, Cat Stevens, Frank Zappa y Jimmi Hendrix, que en los
70 creó una comuna en una de las impresionantes playas próxima.
El pequeño puerto recibe cada mañana pescado fresco.
Los barcos llegan escoltados por miles de gaviotas.
Puedes estar presente cuando subastan el pescado más
tarde y el bullicio se impregna con el ambiente característico marinero.
Desde aquí tenemos acceso a la medina por la
antigua “Puerta de la Marina”.
Essaouira es una de las ciudades que no se parecen a
las típicas de Marruecos. Los colores blancos de sus casas y las ventanas
azules, se asemejan más al estilo mediterráneo.
La Plaza Moulay Hassan siempre está animada y más en
el mes de junio que sirve de escenario para el Festival Gnawa de Músicas del
Mundo, que atrae a músicos de todo el mundo.
Los Gnawa, eran descendientes de
los esclavos negros llegados del Magreb y se les consideraban “músicos magos”
ya que bendecían las casas y ahuyentaban a los malos espíritus. Su música llegó
a través de esclavos de África Occidental hace más de 300 años.
Pasear por el interior de la Medina amurallada no es
volverse loco como ocurre cuando visitas otras ciudades de Marruecos.
Aquí el
trazado es recto y ordenado y no te pierdes, que es lo importante.
La Medina está declarada Patrimonio de la Humanidad por
la UNESCO.
Sus cuidadas tiendas te ofrecen joyas, alfombras,
especias, marroquinería, hierbas y verás a los artesanos trabajar la tuya y el ébano a
la manera tradicional.
Pero para las mejores compras, tienes que llegar al
pasadizo abovedado que lleva a la Skala donde están los talleres, los mismos de
hace siglos.
En lo alto de la Skala están los famosos cañones que
datan del siglo XVIII y que forman una de las imágenes más fotografiadas de
Essaouira. Provienen de las fundiciones de Sevilla y Barcelona y formaron parte
de los botines de guerra de barcos españoles.
Es un espectáculo ver como el sol descansa mecido
entre las aguas atlánticas tomándote un buen té moruno.
Cerca de Essaouira está la cooperativa de mujeres
Amal, en el pueblo de Tamarar. Aquí podrás ver cómo elaboran artesanalmente el
aceite de argán, un fruto seco que sólo se produce en Marruecos.
También reconocerás el árbol del que nace porque con
frecuencia hay una cabra haciendo equilibrio sobre sus ramas para comer la
fruta.
A Essaouira, antigua Mogador, como la llamaron los
colonos portugueses, se la conoce como “La Perla del Atlántico”.
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