Dentro del misterioso Bagán, “la ciudad de los mil
templos”, nos acercamos a Mandalay descendiendo a lo largo del río, Irrawaddy,
que es la principal arteria fluvial del
país Myanmar, antigua Birmania.
Mandalay es la capital cultural y espiritual del
Norte y en tiempos fue la “ciudad de oro” del mítico rey Mindon. Es una ciudad
que rebosa santidad.
Su principal atracción es la colina sagrada, a la
que se puede llegar caminando descalzo subiendo sus escaleras cubiertas.
Desde la cima, que se alzan varias pagodas, la vista
inmensamente magnífica te muestra el Palacio Real y el campo que lo rodea.
Kyauktawgyi, es la pagoda más fascinante dominada
por una gran figura de Buda que fue tallada de un solo bolque de mármol y
fueron necesarios 10.000 hombres para transportarlo.
La primera semana de octubre se celebra, en este
lugar de culto, la fiesta más importante de Mandalay. Millares de fieles son
escoltados por un número inverosímil de monjes.
En Mandalay vive el 60 por ciento de los monjes de
todo el país ataviados con hábitos de color naranja que desde las primeras
luces del alba se colocan en fila india, por riguroso orden de altura, para ir,
como humildes mendigos con sus cuencos negros a recoger los alimentos que les
ofrecen los fieles budistas en las puertas de las casas. Lo que recojan será su
única comida del día.
Kuthodaw es otra de las pagodas dignas de visitar es
la conocida como “el libro más grande del mundo”. En torno a su gran estupa
central se encuentran 729 losas de mármol que reproducen íntegramente el
conjunto de las enseñanzas budistas. El recinto de esta pagoda contiene 729
templos.
Pero la ciudad santa posee también un aspecto
mundano y a menudo se anima con vivaces espectáculos improvisados por las
calles por compañías de teatro ambulantes.
Este ambiente está unido a numerosas tiendas de
artesanos en las que las mujeres y niños trabajan puliendo estatuas de Buda
para venderlas, tejiendo tapices adornados con pequeños cristales de colores y
plateros cincelando sus obras.
En los alrededores de Mandalay se encuentran las
cuatro “ciudades abandonadas”; Amarapura, Inwa, Sagaing y Mingún.
Las llaman las abandonadas porque parece que el
tiempo se ha detenido y tal sensación se percibe de manera aún más palpable
recorriendo, al atardecer, junto al lago Taungtman, el puente de madera de teca
más largo del mundo.
Es el Puente U Bein, que resiste casi intacto tras más
de dos siglos.
Durante años esta parte del mundo ha estado cerrada
al turismo y se nos descubre como un destino plagado de sorpresas. Paisajes
surrealistas, ritos milenarios, oro por doquier y una continua sensación de paz.
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