miércoles, 28 de enero de 2015

BRUJAS, un cuento hecho realidad (Bélgica)






Cuando llegas a esta ciudad parecerá que te has colado en un cuento.




Tiene un aroma a chocolate, gofres y a “frittes, las auténticas patatas fritas que fríen dos veces para que queden bien crujientes. Las venden en cucuruchos en los puestos de la plaza Gorte Markt, la Plaza Mayor de Brujas.





Rodeada de edificios medievales, restaurantes y las cervecerías más antiguas con interminables cartas de cervezas. No sabrás cual elegir.



Para ver cómo elaboran la famosa cerveza blanca de Grujas, visita la cervecería De Halve Maan y sube al ático para admirar el panorama.


Aquí puedes subirte en una calesa para dar un paseo, alquilar una bici o cotillear en los mercadillos.


Pero si antes quieres tener unas espectaculares vistas de la ciudad y estás en buena forma sube los 366 escalones del campanario Belfort.


Si coincides a las 14:15h o a las 15:00h, asistirás a un concierto único de las 47 campanas de bronce que forman el carrillón.

Todos los estilos arquitectónicos se encuentran en la bellísima Plaza del Brug.


Hay dos capillas, la de San Basilio (románica s. XII) y la Basílica de la Santa Sangre de estilo románico y gótico, donde se halla un frasco de sangre que dicen perteneció a Cristo.

En mayo se celebra una gran procesión en la que participan todos los vecinos vestidos de la época medieval, es muy festiva y alegre.


El Ayuntamiento es el edificio más resplandeciente de Brujas. La sala gótica es espectacular.

Te sorprenderá saber que muchas parejas japonesas reservan con muchísima antelación la sala para celebrar su boda civil.



Otra de las joyas del Ayuntamiento es la sala renacentista con la curiosa chimenea de madera, mármol y alabastro de Carlos V.


Los brujenses van a todas partes en bicicleta, aunque llueva, nieve o apriete el sol. Alquila una por tu cuenta o apúntate a una excursión organizada.

Los canales se cuelan por la ciudad, así que otra buena opción para verla es navegar por ellos.


El Muelle del Rosario, Rozenhoedkaai, es uno de los lugares más fotografiados de Brujas. Está cerca del Mercado de Pescado y de la Plaza Grote Markt. Es el punto de partida típico para los viajes en barca por los canales.


También salen hacia el coqueto pueblo de Damme donde se encuentra la recreación de Brujas en miniatura y hacia los famosos molinos de Brujas.





Uno de los tramos más bonitos del canal es el paseo Steenhouwersdijk. 

En la esquina está el mercado con los puestos de mármol. Hay puentes y edificios medievales.

El más viejo de la ciudad es el Peerdenbrug. Desde aquí estarás ante una auténtica postal con los tejados llenos de chimeneas y al fondo, el imponente campanario Belfrot.




El Beaterio de 1245 es otro de los lugares de cuento que se fundó como hospicio para mujeres solteras o viudas. Hoy en día sigue siendo casa de acogida donde viven monjas benedictinas. Debe recorrerse en silencio y con respeto.



En la Iglesia Santa Isabel escucharás el sonido celestial donde las mojas celebran las vísperas cantadas.


Cerca de este Beaterio está “Minnewater” o el Lago del Amor cuyos legendarios habitantes desde el siglo XV son unos preciosos cisnes blancos. Cuentan que la presencia de estos cisnes se debe a que el pueblo de Brujas asesinó a su tirano gobernador Pierre Lanchals, cuyo significado en flamenco es “cuello largo”. Por eso Maximiliano de Austria condenó a la ciudad a mantener estos cisnes como recuerdo al asesinado.


Cuentan muchas leyendas de este lugar pero la más romántica cuenta que la joven Minne huyó de su padre que quería casarla con un noble para reunirse con su verdadero amor, el joven Stromberg. Ella desapareció y el joven, que la buscó desesperadamente, la encontró muerta. Tristemente  separó las aguas para enterrarla allí mismo.






Antes de terminar no podemos olvidarnos del chocolate… nos preguntamos “¿De dónde viene la fama del chocolate belga?”.
Cuenta la leyenda que el cocinero del duque de Plessis-Preslin dejó caer por error azúcar caramelizado sobre almendras tostadas. En 1912, el fabricante de chocolate Jean Neuhaus cubrió esta mezcla con chocolate y creó el praliné, el bombón relleno. 

Si quieres introducirte en esta creación, visita el Museo del Chocolate y degustarás el auténtico bombón belga.



www.chikvacaciones.com

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