Las Islas Azores son un capricho de la naturaleza en
medio del océano Atlántico.
Es una mezcla de colores; el verde de la montaña, el
azul de las flores y los ocres del volcán. Es un buen lugar para avistar
ballenas y sentir su tranquilidad.
La Isla San Miguel, la isla verde, es la más grande
de este archipiélago con 16 kilómetros de ancho y 65 de largo. Está repleta de
bosques, lagos y la mayor parte del territorio está formada por tres volcanes.
En esta isla se respira tranquilidad en sus ciudades
y pueblos de pescadores. Está considerado como el mejor lugar del mundo para
observar a las ballenas. Entre ellas el cachalote, ballena azul, delfines, tortugas...
Uno de los grandes atractivos de esta isla es
admirar los paisajes más bellos creados por la naturaleza.
Desde sus numerosos
miradores podrás ver los tres volcanes, que en el cráter de cada uno de ellos,
se ha formado una laguna de color verde intenso.
Sete Cidades, Fogo y Furnas.
El Lago de Fuego (Fogo) recibe este nombre porque en
su última erupción destruyó la capital de la isla en el siglo XVI.
Desde el mirador tendrás una visión de los pequeños
pueblos que se mezclan con el paisaje verde en un entorno natural repleto de
pequeños cráteres de color verde intenso.
Bajando la montaña está
Caldeira Velha verás varias
pozas con agua y lodo hirvientes.
Por un sendero rodeado de helechos gigantes
llegarás a una piscina natural que construyeron con piedras y se llena de la
cascada de agua caliente que cae desde 3 metros.
Al amanecer y cuando llega el crepúsculo la niebla protagoniza
un estado de misterio en toda la isla, bajando la bruma desde los cráteres.
El cráter de Sete Cidades es el principal punto de
interés en la isla, rodeado por el camino de subida por hortensias que cuando
llega el tiempo, las cortan y secan para venderlas como objeto decorativo.
Se encuentra a 550 metros de altitud y protegido por
bosques y setos de flores se encuentran el Lago Azul y el lago Verde en el
fondo de este cráter.
Llamados así porque se formaron, según cuenta la
leyenda, con las lágrimas derramadas por dos enamorados. Una princesa de ojos
azules y un pastor de ojos verdes a los que les prohibieron enamorarse.
Aunque pudo ser la erupción del volcán que sepultó
las siete ciudades que se encontraban en este lugar.
La capital es Ponta Delgada. Una ciudad muy animada,
sobre todo al caer la noche. La avenida que está justo al lado del puerto se
llena de terrazas y música.
Su casco antiguo es muy pintoresco. Las calles
adoquinadas con piedras volcánicas y el arte urbano lo verás en fachadas y
casas abandonadas.
Frente al muelle están las Portas de Cidade, unos arcos del
siglo XVIII.
Al final del paseo marítimo se encuentra el Fuerte
de Sao Brás, que sirvió de defensa a la ciudad por los ataques de los piratas.
Frente al fuerte está el Monumento al Emigrante,
como homenaje a todos aquellos que abandonaron la isla hacia el nuevo mundo en
el siglo XIX.
El Valle de Furnas tiene un característico olor a
sulfuro. Las aguas de su lago están en una continua ebullición, las fumarolas y
las aguas termales donde también podrás darte un baño. Los lugareños utilizan
sus aguas calientes para cocinar.
San Miguel es el único lugar de Europa donde
producen té y también es un gran productor de piña, que es una base
imprescindible en la gastronomía azoreña.
Este es un buen lugar para descansar, vivir entre la
naturaleza de sus bosques y plantas exóticas que crecen por todo el territorio gracias
a su clima tropical.
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